miércoles, 21 de marzo de 2007

RITO Y TEATRO

Uno de los grandes méritos del título “Wanilere Teatro”, publicado por la editorial Letras Cubanas, es el prólogo de la investigadora Inés María Martiatu, también responsable de la selección de obras incluidas, donde el mito deviene en instrumento para explicar los sucesos del mundo, de la existencia toda, textos inspirados en pasajes de una religión patrimonio de los marginados de siempre. Apunta la Martiatu en sentencia que debieran escuchar los investigadores del teatro cubano contemporáneo: “Donde hay que buscar una representatividad del tema negro y de la influencia de las culturas africanas en la literatura cubana a partir de los 60 es en el teatro” y recuerda a Paco Alfonso como un precursor con su obra “Argallú Solá Ondocó”, de 1941.

Y continúa, resaltando la importancia de estos textos para la cultura nacional: “… junto a los aspectos mitológicos, aparece el tratamiento del negro y de la negra en su historicidad, con su carácter clasista y las peculiaridades de la evolución de esos personajes en su difícil proceso de inserción en la sociedad cubana de antes y de ahora”.

Otro asunto inquietante, que debiera suscitar grandes polémicas, es su visión de la historia del teatro cubano, y su discrepancia con la noción del bufo como paradigma del teatro nacional. “No olvidar todo lo que ese teatro denigra y excluye y el tono superficial en que se ha movido”.La autora demuestra su satisfacción por la creación de las obras compiladas:
“Yo creo que uno de los méritos de este teatro mitológico y ritual es el de develarnos… una parte de nuestra herencia, de nuestra nacionalidad ajena a la superficialidad y al choteo. El valioso aporte que representa la revelación de una rica mitología y de la espiritualidad del hombre y la mujer negros, hasta ahora ignorada y despreciada, es un paso importante para devolverles su legítima humanidad y su contribución a esa nacionalidad incompleta.”

La investigadora también aclara los conceptos de mito y rito, que tanto uso y abuso sufren por estos días, evidenciando el rigor y la seriedad de su trabajo investigativo, contrastando con tanto folclorista de moda por estos tiempos.Creo que Inés María Martiatu indaga en una zona del teatro cubano que, a mi juicio, no ha sido suficientemente abordada, a veces por desconocimiento, a veces por prejuicio. Ojalá que la puesta en circulación de este tomo, de las obras y del extraordinario prólogo, contribuyan a desbrozar el camino y sean poderosos estímulos para teatristas e investigadores. Sólo queda agradecer a la escritora su perseverancia y su seriedad, su voluntad de trabajo y su gentileza por poner un libro de tanto valor a la consideración de los lectores.

MARILYN GARBEY

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